Monday, December 8, 2008

18- Idul Adha

Setenta días después del fin del Ramadán (el mes sagrado de los musulmanes) se celebra el Idul Adha o “la fiesta del sacrifico”, que conmemora la obediencia de Abraham (Ibrahim) quien, al recibir la orden divina de sacrificar a su único hijo, Isaac (Ishmael), no cuestionó el mandato sino que, aceptando la voluntad de su dios, procedió a ejecutar a su vástago (aunque su brazo homicida fue providencialmente sujetado por el creador cuando éste verificó la fidelidad de su siervo salvándose así el muchacho y la fe del patriarca). Según la tradición (que es verdad sagrada para los creyentes), una vez detenido el sacrificio de Isaac, Abraham procedió a ofrecerle a dios un cordero. Desde entonces, el décimo día del Dhu al-Hijjah (el último mes del año en el calendario islámico) todos los musulmanes del mundo recuerdan este gesto de “obediencia absoluta” ofreciéndole a dios el sacrificio de un animal.

La ceremonia varía según las particularidades de cada comunidad pero, esencialmente, se trata de ofrecer un cordero a dios (o una vaca o un chivo o un camello). El animal debe cumplir con ciertos requisitos (edad, salud, alimentación) para ser considerado “digno” para el sacrificio. Las festividades empiezan la noche anterior e incluyen rezos durante muchas horas (me acosté a la una de la mañana escuchando las letanías de las mezquitas y me levanté a las seis con los mismos sonidos). La ceremonia “en sí” empieza como a la siete de la mañana y termina varias horas después cuando, tras la oración, se sacrifica a los animales. Luego se divide la carne en tres partes, una para el dueño, una para sus familiares y la tercera para los pobres; todos comen, todos se reúnen, todos celebran porque ese día nadie debe quedarse sin recibir un plato de alimento. El significado de la festividad no es solo la sumisión absoluta a la voluntad divina sino, también, la renuncia a lo propio y la entrega, generosa y solidaria, de comida a los desamparados.

Claro, la realidad tiene siempre más colores que las formas aplanadas de lo que “se supone”.

El primer problema es determinar la fecha de la celebración. Ya el solo hecho tener que conciliar el calendario musulmán con el gregoriano es un dolor de cabeza. Sin embargo, lo más complicado es que todo el mundo islámico se ponga de acuerdo en la fecha. En Arabia Saudita, donde además la fecha coincide con el fin de la peregrinación a la ciudad santa de La Meca (peregrinación que todo musulmán en capacidad física y económica debe hacer siquiera una vez en su vida) y con el sermón que desde el monte Arafat se ofrece a todos los creyentes, la fijación de la fecha no es predecible con la sola lógica del calendario. Si bien debiera ser “el día diez del mes doce”, en la práctica (que siempre es la feroz embestida de la realidad), Arabia Saudita recibe por esos días a un millón setecientos mil musulmanes provenientes de todas partes del mundo y las autoridades siempre deciden variaciones en la fecha. Si bien la mayoría de los países islamitas respeta el calendario fijado por Riad, algunas comunidades se guían sus propios cálculos y así, por ejemplo, un grupo sufí en Sumatra decidió celebrar el Iduh Adha hace dos días.

En Indonesia se declara feriado religioso y la gente aprovecha para ir a visitar a sus familiares (este año coincidió con “la Inmaculada Concepción”, día que en muchos países de nuestro “secularizado” occidente sigue siendo feriado en nombre de una celebración católica –donde se conmemora que María fue concebida sin mácula, sin pecado original y no que “concibió sin pecado”, como me responden los desinformados creyentes cada vez que hago esa pregunta–).

Como en todas partes, hay indonesios que nacieron musulmanes pero que no practican la fe de sus antepasados, ya sea por flojera, por desidia o porque el tiempo los hizo descreídos (al nacer deben elegir una religión –la eligen los padres– entre las seis monoteístas que reconoce el Estado –islamismo, protestantismo, catolicismo, hinduismo, budismo y confucianismo–, la que figurará en la cédula de identidad; poner “ateo”, “agnóstico”, “judío”, “animista” o cualquier otra profesión de fe, no está permitido). Como es un país tolerante, más allá de la desaprobación social (la misma mala cara que las tías viejas y católicas ponían en Lima o en Santiago hace treinta años), nadie castiga la apatía religiosa.

En cuanto a los animales para el sacrificio la realidad también se ha encargado de enmarañar la tradición. En Yakarta, por ejemplo, una ciudad que tiene entre ocho y doce millones de habitantes (la población flotante es inmensa y nadie se pone de acuerdo) es imposible que la gente críe a sus propios animales siguiendo las reglas establecidas por las autoridades religiosas, entonces, los compra (se estima una venta de unas 50,000 cabras y unas 12,000 vacas para la festividad). Una semana antes de la fecha puede verse cómo la ciudad se va llenando de corrales informales; en cualquier lugar donde haya un espacio que pueda funcionar como tal se levanta una pequeña cerca y se ponen dentro vacas, chivos u ovejas (aún no he visto camellos) que gozan por unos días de abundante alimento hasta esta mañana de lunes en que pasaron por la bendición y el degüello. Si bien, en teoría, el cuadrúpedo debe haber pasado por una serie de cuidados antes de ser entregado en sacrificio, en la práctica es un negocio y ya el ministerio de agricultura (la “Agencia de ganadería y pesca”) ha advertido sobre posibles brotes de ántrax.

Al ser una fiesta religiosa, el Idul Adha supone una serie de restricciones y las autoridades han informado que, por respeto a la tradición musulmana, algunos locales deberán estar cerrados por dos días (la víspera y durante la fiesta). Los prohibidos de funcionar son clubes nocturnos (con sus “damas de compañía” por 40 dólares la hora), discotecas (con sus mujeres disponibles, las que cobran y las que no), centro de masajes (famosos por el “plas-plas” ofrecido a cambio de una propina que, según el lugar y el servicio “no declarado” puede ir de 10 a 100 dólares), saunas (idem), bares, locales de música en vivo, billares (cervezas, mujeres dispuestas, minifaldas) y karaoke (ambos, los “familiares”, que se anuncian así, explícitamente, y “los otros” donde por 250 dólares puede alquilarse un salón para que el cliente se desgañite cantando por una hora con una botella de güisqui y tres “acompañantes”, entusiasta, liberadas y liberales, dispuestas a pasar “al otro nivel” por, claro, otra tarifa que se acordará en su debido momento). La multa por desobedecer la orden de cierre temporal es ridícula (415 dólares), lo que encarece “el arreglo” son los tres meses de cárcel…

Los lugares más evidentes, los que atienden con puerta a la calle, estaban cerrados ayer y continúan cerrados hoy; algunos de los otros (“respetables” hoteles de cinco estrellas) hacen su agosto y, si bien no atienden sus discotecas, mantienen abiertos los “café/bar” encubierto en el híbrido nombre y (según escuché) permanece activo su discreto servicio de masajistas “en la habitación”…

No comments: